La vida de cada ser humano es una suma de minutos, de mayor o menor calidad. Cada uno es libre de poder elegir en cierta medida cómo quiere vivir. Y la virtud, bajo mi humilde punto de vista, es precisamente ser consciente de que es inmenso el valor de nuestro tiempo y este no ha de ser desperdiciado. Pero en muchas ocasiones nuestra vida cotidiana está tan llena de distracciones que nos resulta casi imposible la selección de qué es lo mejor para cada uno de nuestros instantes. La propuesta que hacemos desde la Ciencia es que vale la pena, como opción vital, elegir profundizar en la naturaleza de las cosas. No es fácil enseñar ni transmitir conocimientos científicos, pero más difícil todavía es motivar y estimular al lector para que aquello lee le produzca un vuelco que cambie su percepción de lo que no sabe siquiera si le interesa.
Hace ya algunos años conocí a Jesús Martínez Frías y me di cuenta de que estaba ante alguien excepcional. Una de las cosas que más me llamaron la atención de él era que “sus tiempos” estaban dedicados a multitud de cosas, pero todas ellas destilando un poderoso entusiasmo por la Ciencia, contagioso en extremo. A partir de ese momento he tenido el honor de participar con él en diversos eventos y compartir momentos inolvidables. No cabe duda de que acercarse a la Ciencia no es tarea sencilla y requiere de personas apasionadas que nos lo faciliten. Muchas de ellas son además científicos de gran nivel como Jesús, quienes, además de una dedicación casi obsesiva a su campo de trabajo, necesitan y se sienten impelidos a compartir sus conocimientos y sus hallazgos.
101 acertijos planetarios y astrobiológicos, novedad de 2020 de la Editorial Kinnamon en su colección Kinnamon Cosmos, es precisamente una gran apuesta en la que el autor intenta vertebrar el conocimiento científico a través de una serie de sintéticos acertijos que nos ayudan a acercarnos de una manera sencilla y retadora a los temas de fondo de sus intereses e investigaciones. Jesús ha sido capaz de seleccionar hábilmente más de una centena de temas que darían para escribir otros tantos libros, cada uno de ellos interesante en sí mismo.
Como de gran divulgación se podría catalogar este libro de cuidada edición y atrayente lectura. Enhorabuena a todos los grandes científicos que como Jesús comparten su saber con los ciudadanos de a pie, una tradición que afortunadamente ha cambiado en los últimos años en nuestro país. Muchos consideraban rebajarse al escribir libros de estas características, no siendo este el caso de la cultura anglosajona en la que para cada científico es una obligación casi ética dedicar gran parte de su preciado tiempo a ilusionar y animar al lector a dejarse acompañar para la mejor comprensión del Universo.
Telmo Fernández Castro
Doctor en Ciencias Físicas
Director del Planetario de Madrid
